Compromiso

Con las notas de Navidad se notó el descenso del número de jugadores que participan en los entrenamientos y, por supuesto, en las convocatorias para los partidos. El descenso no es generalizado en todas las categorías sino que se concentra principalmente en infantiles y cadetes, o para ser mas claros, los que ya tienen una edad que conlleva nuevas distracciones. Hablo de los móviles, las salidas con los amigos, las primeras parejas, etcétera.

Es entendible que los padres tengan prioridad por los estudios de sus hijos. De hecho, el propio Club entiende que es prioritario que aprueben a que jueguen, pues será en los estudios y no en el fútbol donde encuentren su futuro el 99,99% de los jugadores de fútbol base. Ahora bien, siendo entendible que haya prioridad por los estudios, deberíamos plantearnos si estudiar es incompatible con la práctica del fútbol.

- Como castigo parece innecesario. Hay muchas otras cosas que se pueden prohibir a los hijos para corregir sus conductas y no parece que privarles de hacer ejercicio físico y aprender los valores del deporte sean lo mas aconsejable. ¿Qué tal si les privamos del móvil, de la videoconsola o de ver la tele?.
Puede ser correcto castigarles con no acudir a los entrenamientos y al partido una semana para corregir un comportamiento puntual, pero no parece lógico prohibírselo durante un trimestre entero -hasta que mejoren las notas- o puede que durante el resto de la temporada.

- Como forma de que "no pierdan el tiempo" que tienen para estudiar, sería conveniente que los padres nos preguntásemos si ese tiempo, si esa hora y media del entrenamiento, la están dedicando realmente a ponerse al día en sus estudios o si la están destinando a ver la tele, a jugar a la consola o a estar en la plaza pelando la pava. ¿Están poniéndose a estudiar a la misma hora que lo hacían cuando tenían que entrenar? ¿estudian hora y media mas que antes o ahora estudian el mismo tiempo pero además tienen una hora y media mas para perder el tiempo?.
Casi con seguridad no se trata de que tengan mas tiempo para el estudio sino de una simple cuestión de organización del tiempo que van a dedicar a unas cosas y a otras.

Por otro lado está el perjuicio que se causa al equipo en su conjunto, que se ve diezmado por las bajas y que tendrá mucha mas dificultad para conseguir buenos resultados deportivos. Esos jugadores que sí cumplen con sus tareas escolares y además entrenan cada semana, en lugar de obtener recompensa a su esfuerzo ven diezmadas sus fuerzas al acudir a los partidos con la mitad de la plantilla disponible o incluso completada con jugadores mas pequeños, lo que implica una clara desventaja frente al equipo rival y termina por ser una causa clara de desmotivación.

Puede ser también que, en realidad, utilicemos ese castigo como excusa para justificar una falta de compromiso con el equipo, bien por parte del propio jugador, bien por parte de los responsables de traerlo y llevarlo, esto es, los padres.
En este punto me gustaría que dedicásemos unos minutos a pensar si realmente tenemos ese compromiso. Si cuando apuntamos a nuestros hijos y firmamos la ficha teníamos claro que los incorporábamos a un equipo y que un equipo, por definición, es una máquina que deja de funcionar si le faltan piezas.
Un club deportivo no es una ludoteca. No se trata de abonar una cuota y llevar al niño para que se distraiga un rato cuando nos interese. Se trata mas bien de una evaluación contínua en la que los jugadores van aprendiendo cada día y de lo que aprendan dependerá que aprueben o no el examen que se les plantea cada fin de semana en forma de partido, donde verdaderamente podremos evaluar sus progresos con independencia del resultado.
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